Una Historia de Día de Muertos


El 1ro de Noviembre día de muertos, para mi es una fecha especial, no sólo por que se venera a nuestros difuntos, ni por el Halloween, ni por los ricos Mukbil pollos, sino porque en ese día nació una persona muy querida por mi y mucha gente que lo conoció... Esta historia que soñé se la dedico a él.

Una historia de muertos no necesariamente tiene que ser de terror, puede ser de amistad e incluso de amor, esta pequeña historia cualquiera la puede vivir o… Morir.

La historia transcurre en un pequeño pueblo tan común y corriente como cualquiera.

Ustedes recordarán que en su infancia, los adultos nos dicen algunas mentirillas con tal de que obedezcas, este parece ser el caso, pues existía, como en todos los pueblos, un cementerio… Un cementerio que fue construido en las afueras, pero que, al crecer el mismo pueblo, este cementerio quedó dentro, rodeado de muchas casas y fraccionamientos que fueron construidos posteriormente.

Con el tiempo, este pequeño cementerio fue insuficiente y el ayuntamiento mando a construir otro nuevo a las afueras de la ciudad, muchos deudos decidieron traspasar los restos de sus difuntos al nuevo cementerio, y otros simplemente se quedaron allí. Este cementerio fue sumiéndose en el olvido y el abandono… Sin servicios y sin que nadie se preocupara por limpiarlo o darle mantenimiento, formando así un lugar ideal y propicio para que se reúnan pandilleros, maleantes y otros viciosos.

Nuestros abuelos, con tal de que no pasemos por allí, habían inventado la historia de que en ese antiguo cementerio se aparecían fantasmas y te llevaban con ellos para nunca más volver, esa historia fue pasando de generación en generación y vaya que daba resultado pues aún de grandes le teníamos pavor a pasar cerca de allí.

En mi juventud, tenía un buen amigo con el que siempre salía a dar la vuelta en bicicleta todas las tardes, el se llamaba Beto, como siempre pasaba en la puerta de su casa y le chiflaba, Beto salía con su bicicleta a los pocos segundos.

Solíamos recorrer las orillas del pueblo y en ocasiones nos aventurábamos a llegar a otro pueblo vecino montados siempre en nuestras bicicletas y regresábamos de noche justo para la cena, conocíamos a mucha gente nueva y teníamos cada tarde una aventura que contar a bordo de nuestras bicicletas. Visitábamos muchos lugares pero, nunca pasábamos por el antiguo cementerio, nunca, jamás, never!

Como todas las tardes pase por Beto a su casa, pero el no salió. En vez de él, salió su mamá y me dijo que Beto no saldría ese día, que se sentía muy mal. A mi me llenó de extrañeza pues no sabía que le pasaba, más aún porque siempre nos contábamos nuestras cosas, hasta las más íntimas, en buen pedo. Regresé a mi casa y trate de llamarle por teléfono pero nunca me contestó.

Al día siguiente lo mismo, y al otro igual. Beto ya no salía a dar la vuelta conmigo en su bicicleta. Luego me enteré que su novia Cindy había fallecido en un accidente automovilístico y que por eso él estaba muy triste.

Decidí ir a verlo y hablar con él para que, de alguna manera, hacer que se sienta mejor, pero no lo encontré en su casa, su mamá me dijo que había salido sin decir a donde. Entonces tomé mi bicicleta y me dispuse a dar vueltas por el pueblo con tal de encontrarlo, preguntando a la gente me enteré de que lo vieron con dirección al antiguo cementerio. (No mamar..!!!)

Me fui volando en mi bicicleta a su encuentro porque no quería que le pasara algo malo. Llegue al cementerio y sentí escalofríos pues era un paisaje muy desolador y nada agradable, con mucha maleza, tumbas abiertas y basura por todos lados, a pesar de estar rodeado de fraccionamientos habitacionales y algunos comercios, aquello lucía como una verdadera película de terror.

Vencí mi miedo, deje en el suelo mi bicicleta y penetré (Ah, como me gusta esa palabra!) Entré al cementerio haciendo a un lado con mis manos las enredaderas secas que habían por el lugar, busque por un buen rato mientras gritaba el nombre de mi gran amigo… Betooo… Betooo..!!! Y nada.

La noche estaba por caer, tenía que irme de allí, ya estaba yo de salida cuando escuche unos murmullos y me pareció ver una silueta, me dirigí a ella, era el mismísimo Beto, se encontraba parado y de frente a un viejo mausoleo y como conversando con alguien invisible... Ches drogas, me dije!

Me acerque a él y le hable pero no me contestaba, estaba como en un trance y él seguía hablando con una persona imaginaria, al parecer hablaba con su novia muerta. Lo tomé de los hombros y lo sacudí… -Beto reacciona, we... Vámonos a casa, tu novia ya esta muerta y no volverá! Le dije, pero él no me contestaba y me miraba pero no fijaba la vista en mí, sino que me traspasaba, su mirada estaba perdida. Nuevamente lo sacudí y le repetí: Beto, cabrón, ya vámonos, Cindy no volverá wey!. Fue entonces que escuche a mis espaldas una voz conocida que me decía: -Déjalo, él ya no está aquí, está con su novia Cindy..!!! (Hay nanita..!!!)

Me di vuelta inmediatamente para ver de quien se trataba, y me sorprendí de ver a mi tío Manuel… Pero como? Si mi tío Manuel había muerto hace como tres meses..!!! Lejos de sentir miedo, le pregunté que es lo hacía aquí, si él ya había colgado los tenis, estaba muerto, pues… Él, tan gordito y rozagante como en sus buenos tiempos, me dijo: -Vine por ti, alguien quiere verte.

En la madre! Me dije, Si me lleva la leyenda dice que jamás volveré, pero al mismo tiempo me dio curiosidad saber quien era la persona o ente que quería verme, mi tío me paso amigablemente su brazo por mis hombros y nos fuimos caminando sin hablar adentrándonos en el cementerio que estaba cada vez más oscuro... El Beto se quedó allí, en las mismas.

Continuamos caminando unos minutos hasta que llegamos a un lugar de total oscuridad que ya no se podía ver donde caminábamos, bien pinche negro todo, poco a poco se empezó a ver una luz, era una luz cálida parecida al sol, pero era totalmente blanca, empezó hacerse como de día, empecé a ver hermosos pastizales y oír el canto de los pájaros, en verdad que aquello era algo hermoso y chingón, continuamos por una vereda que nos condujo a un pueblito que se me hacía conocido, yo ya había estado antes allí..!!!

Llegamos al pueblo, mi tío Manuel y yo, siempre sin hablar, caminando pausadamente, en mi mente cruzaban mil cosas y pensaba -Pinche Beto y sus mamadas!. Después me pude dar cuenta que ese pueblo era el mismo donde yo vivía, pero mucho más bonito, las casas bien pintadas, no había mucho ruido, no se sentía el smog, la gente era muy amable, todos sonreían y saludaban... A lo lejos se podía escuchar la caída de agua de un riachuelo.

Empecé a ver algunas caras conocidas mientras caminaba. Salude a Doña Carmen de la Tiendita de la esquina, salude a Don Fermín el panadero del pueblo, también salude al viejito que todas las mañanas le llevaba de comer a las palomas del parque y que había fallecido la semana pasada atropellado por un autobús..!!! Un momento, todas las personas que he saludado están muertas, ¿En donde mergas estoy?

Mi tío, como si hubiera oído lo que pensé, me contestó -No te preocupes, todo estará bien! Continuamos caminando, pasamos por un mercado donde vendían las mejores frutas y verduras pero no tenían el más mínimo olor. Luego entramos por un callejón y justo al final, a la derecha, había una pequeña puerta.

Mi tío me invitó a pasar, pero él se quedó afuera, junto a la puerta, como si cuidara la entrada. Entré a la casita, se trataba de un casa humilde pero confortable, las piezas eran corridas y el techo muy bajo, me quede en el cuarto de adelante, en la puerta que conectaba con los demás cuartos se veía oscuro. Los cuartos eran muy pequeños, más pequeños que las casas de Infonavit, pero se veían bien pues no tenían muchos muebles, sólo lo necesario.

Mi tío Manuel asomó la cabeza hacia adentro y me dijo, -Ve al siguiente cuarto, allí te esperan, caminé y pasé por la puerta oscura que conduce al siguiente cuarto, de pronto, todo se iluminaba al estar dentro. Como si pasaras a otra dimensión.

Allí vi una mesita redonda en el centro y sentada a la mesa había una hermosa ancianita, que al acercarme a ella, me di cuenta de que era mi Bisabuela Mamasil, ella fijo su mirada en mi y pude ver que esbozó una linda sonrisa demostrando que le daba un gusto enorme volver a verme al igual que a mi, la abrace por un largo rato tratando de recuperar el tiempo de su ausencia.

Aun abrazado de mi bisabuela, sentí una mano firme en mi hombro que me decía, -Mi cachito de cielo! Me dije para mis adentros -Don´t fuckin mames..!!! El único que me decía así era mi abuelo Carlos, we… Soltándome de mi bisabuela me di la vuelta para darle un gran abrazo a mi abuelo que tenía mucho más tiempo de no verlo. Fue el primero que se nos fue. Al abrazarlo sentí que su barba me raspaba las mejillas como en antaño, y sentí las mismas cosquillas que me gustaban. El abuelo Carlos, me acuerdo que me hizo un patín del diablo de madera y pintado de plateado, con el que recorría la terraza de la casa de la 48.

Después de los efusivos abrazos y besos, nos sentamos a conversar, me dijeron que se sentían muy bien, no les dolía nada, no tenían achaques y que estaban muy felices... Y se notaba!

Mi bisabuela, que vestía su eterno huipil, se levantó y se fue a lo que me imaginé era la cocina y trajo unas espumosas tazas de chocolate caliente hecho a mano con molinillo y unos “pimitos” de puyul, como nos daba todas las tardes, después de hacer la tarea… Mientras los "devoraba" me decían que ellos estarán presentes siempre y cuando exista alguien que piense en ellos, que los tenga en sus recuerdos, y que cuando ya nadie los tenga en su mente, simplemente desaparecerán, se evaporarán y pasarán a otro nivel superior, donde los prepararán para la reencarnación, según hayan sido sus actos anteriores y su arrepentimiento, reencarnarán en lo que un ser mayor y poderoso decida, para darles una nueva oportunidad de vivir y hacer algo importante en el mundo terrenal.

Mi bisabuela levanto los trastes de la mesa y me indicó que yo pasara sólo al siguiente cuarto, allí había una pequeña mesa cuadrada, en el centro había una cerveza clara de las grandes, cahuama pues, bien fría y dos vasos de cristal, pero no había nadie, me senté a la mesa para ver que sorpresa me esperaba, a mis espaldas escuche una voz que me decía –Que onda cabrón, ¿Pensaste que se me olvidaron las chelas que te prometí?

Era mi primo Carlos vestido tan sencillo como siempre con una playera sport sin mangas y un short de mezclilla, nos saludamos de mano de la forma especial que inventamos y nos dimos una gran abrazo y nos sentamos, el me sirvió un vaso de cerveza cuidando que no le salga espuma como nos gusta tomarla.

Inmediatamente recordé que unos días antes de su lamentable fallecimiento, habíamos quedado de acuerdo de tomar unas cervezas en casa de mi mamá, pues hace tiempo que no convivíamos como antes, por cuestiones de trabajo y familia… Pero ya no se pudo. (El era piloto aviador e instructor de vuelo, su avión cayó en los manglares de Cancún, Q. Roo a causa de una tormenta).

Le pregunté que era lo que hacía, pues se veía en buen estado "físico" al igual que los abuelos y el tío Manuel… Me explicó que ellos se ven según como los recuerda la gente, mientras mejor los recuerden, ellos mejor se ven tanto de salud como físicamente, -Cuando la gente nos olvida es cuando empezamos a deteriorarnos, pero yo se que tu me recuerdas bien y mucho primazo! me dijo dándome un golpe con su puño en el hombro.

Brindamos chocando los vasos y no habíamos tomado ni media cerveza, cuando mi bisabuela se asomó y me dijo un poco angustiada, -Hijo, te tienes que ir. Yo le respondí –No Mamasil, aquí me siento bien a gusto y no deseo regresar. Era la verdad, yo sentía una paz interior bien cabrona y no me preocupaba absolutamente nada!

-Levántate y acompáñame a la salida, que aún no es tu hora! No te preocupes que nosotros iremos por ti cuando sea el tiempo, me dijo mi querida bisabuela Mamasil. Salí de la casa, no sin antes despedirme rápidamente de todos ellos, mi tío me aguardaba en la salida para llevarme de regreso de donde venimos.

Salimos del pueblo y empezó de nuevo la oscuridad, en el cielo nublado puede notar que pasaban muchas sombras grandes pero no alcanzaba a ver que eran, le pregunté a mi tío que pedo con eso..? Y me dijo que eran las almas negras de personas corruptas, malos políticos, delincuentes, que habían cometido suicidio o que le iban al América, se dirigían directamente a una especie de encierro donde sufrirían durante siglos mientras esperaban a ser juzgados.

Seguimos caminando, luego sentí un frío que me calaba hasta los huevos, cruzándome de brazos para obtener algo de calor, le dije a mi tío Manuel –Uta, nunca había sentido un frío tan culero! -Cierra los ojos, me dijo, poniendo una de sus manos sobre mis parpados. El frío se fue de inmediato y cuando abrí los ojos era de madrugada, estaba yo sólo a las puertas del cementerio, mi bicicleta junto a mí y ni rastro del Beto.

Era extraño, nadie sabía nada de mi amigo desde aquella tarde. Varios días no salí de mi casa. Luego salió publicado en el diario local que fue encontrado el cadáver de un joven, tirado a las afueras del cementerio abandonado, traía unos cortes en las muñecas por donde se le había escapado la vida tristemente.

Beto tomó una mala decisión, no pudo soportar la ausencia de su novia Cindy a la que quería mucho… Y ella se lo llevó, desgraciadamente no estarán juntos pues él era una de esas almas negras que yo había visto pasar volando.

Ese día decidí nombrar a mi bicicleta con el nombre de "Beto" en memoria de mi querido amigo y así recordarlo para prender una velita que lo guíe al camino de la luz eterna.

FIN

PD: Poco tiempo después de estos suceso, me di cuenta que en ese viaje no vi a mi padre, William Paredes, que falleció en un accidente en motocicleta en la carretera a Progreso, cuando yo tenía únicamente 3 años, y no lo vi por obvias razones... Por eso recordemos por siempre a nuestros muertitos para que estén siempre vivos..!!!

Eduardo Manuel Paredes Martínez | 30 de Octubre de 2012  | Mérida, Yucatán, México.

PD2: A esta fecha igualmente recordamos con mucho cariño a otros estimados parientes que se han adelantado: Alfredo Paz (Primo), Alejandro Arcos (Hermano), David Arcos (Hermano), Socorro Herrera (Abuela), Manuel Arcos (Papá). | 1 Noviembre 2022

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