La maldita (o bendita) bola blanca | Mi triste historia en el Servicio Militar Nacional


En México, el Servicio Militar Nacional es la instrucción militar obligatoria que todo mexicano debe conocer para cumplir cabalmente con su papel de ciudadano entre los 18 y 40 años; hasta el 2003, esta obligación era exclusiva para los ciudadanos varones, pero de esta fecha en adelante se permite, con el carácter de opcional, que las mujeres cumplan con el servicio.

La educación impartida inicialmente consistía básicamente en el manejo de armas de fuego, aspectos de disciplina militar y formación de oficialía de bajo rango. Aunque con el paso de los años se fue haciendo de lado la instrucción de armas y de oficialía, por lo cual ha sido criticado como poco productivo el servicio, ya que en la actualidad se aboca más a realizar campañas de acercamiento con la población civil, como el pintado de aceras, la limpieza de parques o terrenos, las campañas de alfabetización y otras actividades.

Aquí es donde empieza mi historia... Uno de los temores de cumplir 18 años era hacer el mentado Servicio Militar ya que era de carácter obligatorio, ahora siento que no te lo exigen tanto, pienso que gracias a que fui educado al estilo chancla y cinturonazo aprendí a hacer las cosas por mi mismo y sólito fui a enlistarme.

Corría poco más de mediados de los 80´s y el pedo empezó desde que me tomé la foto para la solicitud, antes se hacían las recepciones en el edificio del ayuntamiento por una ruca con cara de miarda que me rebotó las fotos por que mi camisa estaba ligeramente de lado y tuve que ir nuevamente a foto-estudio Victoria a sacarme otras. Incluso llegué a pensar que le pagaban una comisión por el estudio fotográfico porque a varios nos dijo lo mismo.

El día del sorteo llegó y se realizó en "La Casa del Pueblo", había un chingo de morros en la edad de los madrazos y se respiraba el desmadre en el aire. Ese día confiaba en que mi mala suerte no me podía fallar y... Efectivamente, así fue: Dijeron mi nombre y salió la maldita bola blanca (Marchar).

Entre desanimado y pensativo, regresé a mi casa recordando que mi frijolito del kinder nunca germinó y esto probablemente me había desencadenado una serie de eventos desafortunados en mi naciente carrera por la vida, realmente estaba confundido por que la instrucción del Servicio Militar era todos los sábados en la mañana y yo aún debía varias materias de la prepa y tenía que presentar exámenes extraordinarios, además que la neta en el sorteo pude darme cuenta que la mayoría de los aspirantes estaban bien mamados y me esperaba una buena putiza tal como la que me dieron cuando pase de Lobato a Rovers en los Scouts y nunca volví.

Así que decidí hacerlo tiempo después, me dije, que si de todos modos lo tenía que hacer, lo haría como remiso hasta que estuviera más relax en los estudios y un poco más desarrolladito de cuerpo, era yo muy flaco y chaparrin a mis 18... Pasaron unos años y a los 21 me enlisté nuevamente por voluntad propia.

Llegó el día de reportarse en la base militar y recuerdo bien que fue en la base de la calle 42 sur, todos teníamos cara de ovejas con rumbo al matadero, nos agruparon por estaturas y dieron algunas instrucciones, después de los honores a la bandera un oficial preguntó al aire quien deseaba pasar a hacer sus servicio militar en la base aérea al final de la calle 66.

Pues no lo pensé dos veces, ya que había escuchado que allí en la base aérea era mas light.... (Más light mis huevos!) Llegue ese mismo día, éramos como 160 pubertos, bueno ya no tanto, e igualmente nos dividieron por estaturas, lógico me tocó en el batallón de los más chaparros y luego luego nos pusieron una madriza: 100 lagartijas en la puta gravilla y si parabas te daban un varazo y las hacías con los nudillos, muchos lloraron ese día en el cual el Sargento se empeñó en demostrarnos que las cosas no iban a ser tan fáciles!

No omito decirles que antes de empezar la instrucción, te hacen que te empelotes y te examinan, si tienes pie plano o alguna otra afección corporal, enfermedad crónica o defecto de nacimiento, te califican como no apto, te tratan como un despojo humano y te dan tu cartilla liberada.

En los primeros sábados me llegue a sentir como vaca y me dirigía a donde me dijeran por temor a los fuetazos! Pero poco a poco nos fuimos acostumbrando y como siempre, empiezas a buscar a tus meros compas, haces nuevos camaradas de desgracia, empiezan a formarse los grupitos de los más cabrones, los fresitas, los cangrejos, los tranquilos... Hay de tocho morocho!


A veces nos llevaban a hacer lo que allí llaman "fajina" a limpiar terrenos o algún parque, etc. El ejercicio físico era tal, que a la hora de la salida no te quedaban fuerzas ni para hacerle la parada al camión con el brazo, lo alzabas y se te caía!

Durante la instrucción nunca faltaban los conatos de bronca los cuales eran aplacados por el Sargento y les decía que una vez fuera de la base, podían romperse la madre a gusto... Así que nunca faltaban los madrazos a la hora de la salida. Una vez ocurrió que estaban enlistados dos canijos de colonias rivales y cuando se reconocieron se armó una pelea épica, tardó tanto que cuando se cansaban de lanzar golpes, descansaban y seguían peleándose. Al final creo que se hicieron los mejores amigos!

Gran parte de la instrucción militar era aprender a marchar y nos la pasábamos bajo el sol ensayando una y otra vez bajo el mando de un Sargento tabasqueño, era un desmadre porque teníamos que hacerlo parejo (Flanco izq, flanco derecho, paso redoblado, alto, Etc.) y si alguno de nuestro batallón fallaba era empezar de nuevo, así que entre nosotros nos corregimos o amenazamos al cabrón que se apendejaba para terminar pronto.

Encima de esto, los maricas del batallón donde estaban los más altos, siempre nos minimizaban, pero los chaparritos éramos los mejor organizados y utilizamos la inteligencia y no la fuerza bruta.

Llegaba la hora del "rancho" y consistía en hacer cola para pasar al comedor por un huevo cocido, una torta del jamón más jodido y aguas de sabor, más bien de color porque no sabía a ni madre... Pero para mi sabían a gloria después de la chinga, recuerdo que a muchos no les gustaba el huevo y a otros la torta y lo intercambiaban, el cabrón que era sorprendido botando la comida era castigado.

En esa época era yo BMX pero en realidad ya no le daba como antes, ni practicaba mucho, pues la gran mayoría de mis amigos de la bici estaban en la fase de empezar a trabajar o ya tenían novia, y pues ya saben el viejo y conocido refrán: "Jalan más dos tetas que cien carretas"

Los sábados saliendo de la instrucción me iba con un cuate a las tocadas de Rockultura Radio Solidaridad a darle al "slam" aún con botas militares y playera del SMN con "Niños Suburbanos" o "Potaje Nuclear" luego nos tomábamos unas chelas en cualquier cantina del centro y a casita... Hubo un momento que lejos de odiar los sábados, los esperaba porque era un desestres bien cañón.

Llegó el 16 de septiembre y supimos para que era tanto puto ensayo, nos reunimos en el estadio Salvador Alvarado y nos dejaron parados bajo el sol durante horas y muchos sin desayunar, lógicamente varios cayeron desmayados, allí nos tuvieron en friega marchando desde las 7 hasta 12 am. Nuestro último día de instrucción consistió en hacer un disparo con una carabina como las que usaron en la revolución, valía madre si le dabas al blanco o no, el chiste es que hagas tu disparo, aguantes el putazo en el hombro y el que sigue. La pregunta lógica de todos era: En caso de guerra, ¿Como carajos nos vamos a defender con estas madres?

Ustedes se preguntarán, y qué chingados tiene que ver este artículo con el ciclismo? Pues tal vez nada o tal vez mucho, pero bien se pueden aplicar algunas cosas que aprendí. Realmente cuando inicie no sentía más que temor a la chinga pero conforme pasaban los meses ese temor se fue convirtiendo en un espíritu de unidad, confianza en tus compas de batallón y la responsabilidad de no dejarlos mal, de responder como ellos lo harían en algún pedo. Obediencia y disciplina para lograr un mismo fin. A no bajar la cabeza como los puercos y crecernos ante el castigo. Pensar en el batallón antes que pensar en uno mismo. Pero sobre todo honestidad y fidelidad a tus colores, creer en ellos y defenderlos... El que no aprendió esto en la instrucción simplemente fue a perder su tiempo, en la vida cotidiana tu batallón puede ser tu grupo de trabajo, tu equipo de ciclismo, tu familia, tu país.

Al final, esos bajos calificativos y muchas menciones para la progenitora del Sargento, se volvieron en admiración. Muchos salimos de allí caminando más parejito y con paso firme... Aunque no faltó quien dijera que fue un suplicio y hasta pagaban una feria para faltar. (Todo se puede!)

El día de la entrega de la cartilla liberada no se porque chingados la mía no estaba en la base aérea y me dijeron que la vaya a buscar a la base de la 42 con el Sargento X... Allí después de pasar bajo la mirada penetrante de los soldados en guardia logre localizar a ese particular militar y me dijo que efectivamente que allí estaba mi cartilla pero que ya tenían orden de quemarla junto con otras por no ir a buscarla a su tiempo, pero que si quería recuperarla tendría que dar una módica feriecita... Viva México cabroneeees..!!!

PD: La imagen de la calavera yo la dibujé en esos tiempos y un camarada del SMN que tocaba la batería me dijo que cuando forme su banda la iba a tomar de logotipo. Jamás volví a ver a ese wey con el que me iba a las tocadas, espero de todo corazón que esté bien!

Hasta la vista, babys..!!!

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